domingo, 19 de julio de 2015

Los vermús de Frinje Madrid 2015. 'Poesía y Ciencia'

Clara Janés: "El poema es una ecuación en la que sobra el resultado”

Antonio Ortega y Clara Janés ayer en el centro cultural Matadero.
Clara Janés, poeta, ensayista y traductora barcelonesa a la que la Real Academia de la Lengua Española acaba de reservar el asiento ‘U’, habló ayer de la relación entre poesía y ciencia dentro del programa de vermús del Festival de Artes Escénicas de Madrid.

La Sala Fernando Arrabal de Matadero fue el escenario en el que la intervención de la autora de Guardar la casa y cerrar la boca se planteó como un diálogo con el poeta y crítico literario Antonio Ortega. 

En primer lugar, partieron del origen común de la ciencia y la poesía como una búsqueda de explicación al mundo, algo que, según Ortega, queda bien reflejado en la obra de la poetisa Epsilon o el Jardín de las Delicias. Janés ve el ritmo como un concepto clave. “La poesía era un vehículo de expresión para todo debido a la oralidad; las matemáticas también son ritmo”.

Clara Janés se remonta a la Teoría de la Relatividad de Einstein, que elaboró en pocos días y que esconde una explicación sencilla. “Durante su encierro, tocaba el piano”. “Intuyo que la vida es un intercambio continuo entre masa y energía. No hace falta ir a la matemática”.

La ciencia y la metáfora

Ortega puso el ejemplo de la cámara de niebla para llegar a la idea de cómo la ciencia está obligada a usar la metáfora. “Es como una pecera aislada con gases ionizados… Al final, vemos el rastro de partículas en movimiento. El poema funciona de forma similar. Ofrece pistas que al leerlo nos pueden hacer llegar a una conclusión”, reflexiona.

Tras las inconclusas respuestas que alimentaron un diálogo abierto, conectado con la mística, la inspiración y muchas veces el azar como vertebrador de realidades, Janés afirmó que “el poema es una ecuación en la que sobra el resultado”. Más tarde, ilustraría aún más su concepción: “Pienso que el cero es blanco y los científicos, negro”.

La inteligencia y la sensibilidad se convierten en las fuerzas que, según la autora, provoca que haya fragmentos de poemas "que te lleguen de golpe". “En un día y medio escribí 300 versos”. “Son las posibilidades de pensamiento no manifestadas, huellas del inconsciente que oye y almacena conocimiento desde la nada”. Para la autora, la herencia genética también influye en esa capacidad y se demuestra en el hecho de que "uno copie unas cosas y otro otras".

Obra prolífica

Clara Janés (Barcelona, 1940), ha escrito más de veinte libros de poesía, entre otros, Kampa, Vivir, Rosas de fuego, Arcángel de sombra y Los secretos del Bosque. Entre su obra en prosa figuran las novelas Los caballos del sueño y El Hombre de Adén, el libro de memorias Jardín y laberinto y los de ensayo Cirlot, el no mundo y la poesía imaginal y La palabra y el secreto.

En 1997 recibió el Premio Nacional a la obra de un Traductor. Ha publicado también La Voz de Ofelia, La indetenible quietud. En torno a Eduardo Chillida y María Zambrano. Desde la sombra llameante. Se distingue como traductora de la lengua checa. Ha vertido al español -además de a Marguerite Duras, Nathalie Sarraute o Katherine Mansfield- a poetas turcos y persas. Guardar la casa y cerrar la boca (Siruela, 2015), "es un recorrido por las distintas culturas y periodos de la historia a través de las principales obras literarias e mujeres que encontraron en las letras la forma idónea para manifestar su sensibilidad y talento".

Antonio Ortega (Madrid, 1962) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad Autónoma de Madrid. Ha sido Subdirector de la Escuela de Letras de Madrid y lector de español en Estados Unidos durante dos años. Actualmente es crítico literario del suplemento Babelia (El País) y director adjunto de la revista El Crítico. Autor de la antología poética La prueba del nueve y del libro de poemas Arenario.

jueves, 16 de julio de 2015

Presentación de 'Toda la Vida Preguntando' en la Librería Alberti de Madrid

Juan Cruz Ruiz

Periodista, editor y escritor

“Entrevistar es también saber lo que compartes con el otro”

Lola Larrumbe, Juan Cruz y Eva Serrano durante la presentación del libro.
Recientemente, alguien colgó en Twitter una entrevista que el escritor, periodista y editor Juan Cruz Ruiz hizo a Ingmar Bergman en Estocolmo. 

Aunque confiesa el apuro que le da leer algo publicado hace tiempo, el recuerdo de su experiencia con el cineasta le sirve como anécdota para expresar el sentido de ese encuentro contextualizado, particular, imprevisible, individuo-individuo que supone la entrevista

“Tuve que esperarle mucho y pensé ¿y si no llega? Cuando apareció tenía una sonrisa franca y luego supe que él también había pensado que era posible que yo no estuviera allí”. Otro ejemplo de la ruptura con las ideas preconcebidas a la hora de entrevistar fue para él JK Rowling. “Parecía que iba a aparecer en un autogiro con guardaespaldas, pero vino en taxi, vestida de oscuro y en actitud tímida… Algo me hizo pensar que era ella”. Además, cuenta que “le gustaba el queso de cabrales y Fernando Alonso”. Como cortesía, el periodista le llevó queso. Y añade sobre los libros de la autora inglesa: “El que un escritor venda mucho sólo significa eso, que vende mucho. El capítulo 8 de la saga de Harry Potter tiene el mismo ritmo que Cien años de Soledad de García Márquez. Otro capítulo me recordó a Scott Fitzgerald”.

La fiesta del Periodismo

En ambos casos, Juan Cruz se dio cuenta de que todo iría bien porque cuando la humildad, la espontaneidad y una inocencia casi infantil se convierten en máximas para acercarse a otra persona “pasas a formar parte tanto de la entrevista como del propio entrevistado y eso se refleja en lo que escribes”. “Es la fiesta del Periodismo”. Una clave más se la dio una ejecutiva de Google al afirmar que un empresario no tiene por qué ser necesariamente mala persona.

El escritor, periodista y editor tinerfeño Juan Cruz  Ruiz presentó ayer en el cierre de la temporada de la Librería Alberti de Madrid su último libro Toda la vida preguntando (Editorial Círculo de Tiza), acompañado de Lola Larrumbe, dueña de la Librería (que este año cumple su 40 aniversario) y Eva Serrano, en representación de la editorial.

Se trata de una selección de entrevistas realizadas durante 40 años, entre las que se recopilan las realizadas a Doris Lessing, Pablo Neruda, Günter Grass, José Saramago, JK Rowling, Miguel Delibes, Susan Sontag, Antonio Muñoz Molina, Juan Carlos Onetti, George Steiner o Mario Vargas Llosa, entre otros. El encuentro, al que también acudieron los escritores Antonio Muñoz Molina y Elvira Lindo, supuso una reflexión sobre el ejercicio de la profesión  y la capacidad del autor para formular siempre las preguntas “como si fuera la primera vez”.

Lola Larrumbe inició la charla resaltando la capacidad de preguntar como la actitud esencial del autor ante la vida y agradeció su generosidad como periodista por compartir esas experiencias. Juan Cruz definió a las librerías como el mejor medio de comunicación, “el vademecum del saber que no sabemos que ignoramos”.

Que la regla periodística de las cinco Ws no va con el autor es algo que su editora quiso apuntar desde el principio. Sus entrevistas, dijo, son “como un juego de espejos, algo borgiano, ya que todo el contenido está en esas preguntas y respuestas”.

La primera entrevista de Juan Cruz fue a un entrenador de fútbol.  Desde niño,  escuchaba la radio en casa, algo que alentó su curiosidad porque para él todo era insólito. Ya por aquel entonces sabía que ninguna pregunta es innecesaria, tanto, que se convenció de que “incluso las obviedades generan respuestas interesantes”.

Aprendió a edad muy temprana a dejar a un lado la timidez y llegó a percibirla más como “una excusa”, que como una actitud. “Esa inteligencia ignorante es la que nos lleva a preguntar, el no saber de las personas, de sus sentimientos”, explica.

Durante la conversación, Cruz advierte que probablemente el miedo a fracasar es que le incita a prepararse mentalmente antes de una entrevista. “Hago un examen de conciencia. Cualquier persona es una primera vez y eso me hace más persona”. “No quiero saber algo extraordinario, sino cosas normales de la vida”. “Entrevistar es también saber lo que compartes con el otro”.

Una entrevista "de verdad"

Una espontánea Elvira Lindo se acercó seguidamente a la mesa para pedirle “una entrevista de verdad”. El autor mostró interés porque adivinaba que no iba a saber las respuestas”. “No es casual que los periódicos pongan las preguntas en negrita”. “Es algo que generará curiosidad en el lector, o no”. A raíz de la intervención de la escritora, salió a la luz la situación en la que se encuentra un entrevistador cuando el entrevistado edita su propia entrevista. En este sentido, el autor se refirió a “la importancia de mirar al otro, de saber cómo camina…”

Y puso el ejemplo de Mark Twain: “…fumaba en pipa". "Rudyard Kipling lo entrevistó en una ocasión. El ansia por robar el alma al entrevistado le incitó a pensar en robar aquel objeto personal".

Trayectoria

Juan Cruz Ruiz (Puerto de la Cruz-Tenerife, 1948) es periodista, editor y escritor. Fue uno de los fundadores del diario El País en 1976, donde ejerció como corresponsal en Londres, jefe de Cultura y de Opinión y donde continúa actualmente como Adjunto a la Dirección.

Fue editor de Alfaguara e impulsor del Premio Alfaguara de Novela. Su primera novela, Crónica de la nada hecha pedazos (1972), obtuvo el Premio Benito Pérez Armas. Desde entonces ha escrito más de veinte libros entre novelas, ensayos y biografías por los que ha recibido distintos galardones. En 2012 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Cultural.

martes, 14 de julio de 2015

Aniversario. John Keats (Londres, 1795 - Roma, 1821)

El joven poeta “cuyo nombre se escribió en el agua”

Leer a John Keats es experimentar un placer estético que te transporta a otros mundos. Sus ambientes ubican al lector en una historia remota, plena de fantasía, de mitos y que, a su vez, tiene su raíz en situaciones estrechamente ligadas a realidades humanas concretas.

John Keats
Con abrumadora elegancia y una técnica admirable -adquirida por méritos propios y que ha sido equiparada a la de Shakespeare-, sus versos son también narraciones sobre universales, cuentos que ubican al poeta en ese neblinoso territorio intermedio entre la ensoñación y la realidad. El leit motiv es una pugna vertiginosa entre poesía, poeta y filosofía, que enaltece el sufrimiento humano como forma de dejar aflorar la creatividad.

Se cumplen dos siglos y dos décadas del nacimiento del poeta inglés John Keats (Londres, 1795- Roma, 1821). Condenado por su juventud y su canto al amor adolescente, por su relación con la intelectualidad liberal y por una  falta de acercamiento a los temas de la sociedad de su tiempo, Keats ha quedado, sin embargo, como uno de los autores que dotó de una profunda personalidad al Romanticismo, lejos del arquetípico poeta maldito. En España fue muy poco reconocido respecto a sus contemporáneos.

Sin mostrar un exceso de adoración al yo, el poeta bebió del entorno, buscó la creatividad en el impulso, tendió la mano a la mitología clásica con su potencia intuitiva. Cultivó una constante pasión por la comunicación con la Belleza, un ideal que consideraba alcanzable desde la propia naturaleza.

Esa tensión entre imaginación, razón, poesía y filosofía queda reflejada en Lamia (seductor mito clásico conocido por chupar la sangre a los niños), en la que los tres protagonistas (Lamia, Licio y Apolonio), son identificados con la poesía, el poeta y el filósofo, respectivamente. El este relato poético, la racionalidad asignada al pensador supone una traba al ideal.

Lamia, John William Waterhouse (1905)


“… Licio, feliz, sentado en el lugar de honor
solo tenía ojos para Lamia hasta que,
saliendo de su trance amoroso, tomó
una copa repleta hasta los bordes,
buscó, en el lado opuesto de la mesa,
la mirada fruncida de su antiguo maestro
y brindó a su salud. El filósofo calvo
mantenía la vista fija, sin ningún guiño,
en la angustiada novia, intimidando
su belleza, inquietando su delicado orgullo”.


Lamia (John Keats- Editorial Reino de Cordelia, 2012)


Sus primeros maestros fueron Shakespeare, Spenser y Milton, estuvo relacionado con Wordsworth y Coleridge y fue defendido encarecidamente por Percy Shelley o Lord Byron. Tan intenso fue el concepto que Shelley tuvo de Keats que cuentan que el cadáver del Shelley -ahogado en Livorno- apareció con un volumen del poeta inglés en el bolsillo.

Aprendiz de cirujano, estudió Medicina en el Guy´s Hospital de Londres, graduándose en Farmacia. A los 21 años decidió dedicarse a la poesía. Se enamoró de Fanny Brawne y, cuando apenas contaba con 25 años, la tuberculosis truncó su posible matrimonio.

Aunque sus escritos se remontan tiempo atrás, en tan sólo cuatro años plasmó su pulsión poética a raudales. La crítica se cebó con él, sobre todo tras la publicación de Endymion (1818), la historia mítica de un pastor seducido por una deidad lunar. De ambiente bucólico, el poeta ya alude aquí a la Belleza como única vía para la aceptación del destino.

En el desolado panorama en el que los tritones fueron desbancados por los dioses del Olimpo se desarrolla Hyperion (1820), una de sus obras maestras. La intensidad de los versos hace que el lector vuele sobre los escenarios en los que Hyperion, Dios del Sol, intenta levantar los decaídos espíritus de sus compañeros caídos.

La conquista del arte

Además de los Sonetos, dedicados a amigos, familiares y maestros (algunos también profundizaron en el proceso poético y la condición humana), las Odas de Keats (escritas entre abril y mayo de 1819), se han convertido en elevadas manifestaciones del sentimiento de fracaso y la limitación humana y artística. De entre las más bellas encontramos Oda a Pisque, Oda a una Urna Griega y Oda a un Ruiseñor -de la que mostramos aquí un fragmento-:

VIII

“…. ¡Adiós! La fantasía, geniecillo embustero,
no es tan buena engañando como su fama indica.
¡Adiós! ¡Adiós! tu himno lastimero se pierde
más allá de estos prados, sobre el arroyo quieto,
ladera arriba, y luego penetra hondo en la tierra
              de los claros del valle colindante.
¿Fue aquello una visión o un sueño de vigilia?
Ya se esfumó esa música. ¿Duermo o estoy despierto?”

Odas y Sonetos (John Keats- Ediciones Hiperión, 1995)

En esta oda el tema recurrente es el arte, el momento del rapto que dará lugar al proceso creativo para entrar en la región atemporal del mito. La muerte representa este paso, pero, al final surge la posibilidad del engaño. La pregunta es del todo arrolladora: ¿Alcanzamos lo sublime a través del arte o éste solo supone una evasión momentánea de la realidad?

Entre las obras poéticas más significativas de Keats podemos encontrar Sueño y Poesía (1816), Endymion; un romance poético (1817), Hyperion (1818), La Víspera de Santa Inés (1819), La Belle Dame sans Merci: una balada (1819), Oda a Psyche (1819), Oda a un ruiseñor (1819), Oda sobre una urna griega (1819), Oda a la melancolía (1819), Oda a la Indolencia, (1819), Lamia y otros poemas (1819), Al Otoño (1819) y La caída de Hyperion: un sueño (1819).

La Belle Dame sans Merci, Frank Dicksee

John Keats fue enterrado en Roma en 1821. En su tumba puede leerse: “Aquí yace alguien cuyo nombre se escribió en el agua”.

lunes, 15 de junio de 2015

La mirada invisible


   Rosa Ribas

 Escritora

Sin  apenas darte cuenta y con la mente llena de preguntas por responder, la suave cadencia de su voz te sumerge sutilmente en un universo literario sugerente y enigmático. De actitud pausada y carácter inquieto, Rosa Ribas (Prat del Llobregat, 1963) -escritora catalana afincada en Fráncfort, lleva impresa en sus ojos una dulzura sabia, moldeada por la experiencia, cargada de indefinible nostalgia y de amabilidad. 

Rosa Ribas se mueve desde hace más de veinte años entre dos culturas. Lejos de lo que pueda parecer, la vida en Alemania ha acentuado en ella la dificultad para expresar su visión sobre ambos países. Sabe que hay un tiempo límite en la estancia y que cuando lo sobrepasas, si vuelves, ya has dejado algo de ti mismo, ya has construido un pasado. Ahora es lo que le marca la vida.

Sus novelas hablan de desarraigo, de la búsqueda de identidad y de la visibilidad o  invisibilidad de una persona en su contexto. En numerosas ocasiones, la trama criminal le ha servido para conducir sus relatos, pero no se siente cómoda cuando de pronto le llueven las etiquetas. “No me considero una escritora de género”.   Aunque cinco de sus novelas se han calificado de “negras”, la primera, El Pintor de Flandes (2006), es una novela histórica.  “No es premeditación o moda, eso no funciona. Lo importante no está en cómo se resuelve el crimen, sino en la forma de expresar estas inquietudes vitales.  Es un proceso que completas a posteriori”, afirma la escritora, dando un énfasis rítmico a sus palabras, reforzadas por el blanco mechón que enmarca su perfil.

    De niña solía improvisar cuentos para su hermana Montse cada noche. El final, debía esperar a la mañana siguiente porque siempre se quedaba dormida y a ella le tocaba lidiar con el insomnio. Rosa rememora con cariño cómo su madre decía oír una vocecita a lo lejos.

Sin embargo, el recuerdo más temprano que posee sobre sus inicios en la escritura, (aunque nunca ha parado de crear historias), se remonta a la academia del pueblo. Fue su maestro, Don Juan, harto de escuchar un murmullo incansable, quien le incitó a compartir en público su inventiva. Un buen día, salió a la pizarra e hizo llorar a sus colegas de clase, incluido aquel chico duro por el que sentía especial admiración, con la historia de un toro que no quería salir al ruedo. El poder social de las palabras comenzaba a fluir en su conciencia.

Por aquel entonces ya poseía una fuerte inclinación narrativa que más tarde le llevaría a tomar la decisión de estudiar Filología. “Creí que me ayudaría a ser escritora y acabé adquiriendo un conocimiento enciclopédico de la literatura, aunque me sirvió para leer mucho”, asegura. Durante unos años, vivió en un compás de pausa y se entregó a lo académico. En aquellos momentos, soñaba con la paz necesaria para aferrarse a la pluma y perder el miedo a exponerse. Así, haría justicia a su concepto de la literatura como “acto de comunicación”.

    El punto de inflexión, relata, vino tras concluir su doctorado sobre la conciencia lingüística en Europa, expresada en la experiencia de un grupo de viajeros alemanes que entre los siglos XVI y XVII se trasladaron a América en los barcos de los conquistadores españoles y portugueses. “Al entablar relación con los indígenas, comenzó a nacer el discurso que más tarde justificaría la colonización a través de costumbres y símbolos culturales”, explica.


La narrativa como búsqueda del origen

Pensión Leonardo (2015, Siruela), ha venido a romper el tópico. Su última novela, que la autora define como “de iniciación, psicológica y que habla de la inmigración, entre otras cosas”, ya recoge el eco del público a pesar de su reciente publicación. Ribas se muestra muy satisfecha con su acogida. “Se está mencionando en positivo”, comenta con entusiasmo.

De matiz costumbrista, no existe en Pensión Leonardo la clásica investigación ni el asesinato por desentrañar. Llena de descripciones y alusiones a la visión infantil del entorno, el retrato social se expresa a través de la mirada de una niña que observa porque se siente “no vista” y cuya motivación esencial es la búsqueda personal a través de una historia familiar desconocida. El motor del relato es, por tanto, el punto de partida.

En este sentido, también es una novela sobre la necesidad de contar y contarse historias. Ribas define a Lali, la protagonista, como “una escritora en potencia”. “Ella se hace los mismos planteamientos que un escritor cuando se pone a escribir, sin seguir un plan. Es algo que está en su esencia” y añade: “Con el tiempo, descubrí que yo tenía algo de Lali. Lo construye todo a partir de los que sabe, lo que imagina y lo que le cuentan”.

No obstante, en alusión a los estereotipos impuestos y las tan perseguidas asociaciones autobiográficas, la autora confiesa que La detective miope (2010), es su novela favorita y la más personal, en dura competencia con Pensión Leonardo. “Tampoco es una novela negra”, recalca. En este caso, cuenta cómo los más ortodoxos del género le han achacado la falta de coherencia en la resolución del final. “La protagonista actúa acorde a su estrafalario universo, a su proyecto de venganza, de ahí que el relato no siga una lógica ordinaria”, apunta.


74ª Feria del Libro de Madrid

La  presencia de Rosa Ribas en la 74ª edición de la Feria del Libro de Madrid ha dado otro impulso a Pensión Leonardo. Lectores de todas las edades también pudieron ver rubricados por la autora sus ejemplares de la novela corta Miss Fifty (2015, Reino de Cordelia), la ya conocida superheroína cuyas aventuras han sido ilustradas por María Espejo.

El calor que le han brindado en la feria se refleja en su rostro que, a pesar del cansancio de estos días, exhala esa satisfacción de sentir que todo ha merecido la pena. Por otro lado, ha valorado mucho el alma literaria del evento, por encima de su carácter social. “Este año veo muchos escritores y menos fantasmas”, concluye.

A la publicación de su primera novela, El Pintor de Flandes, en 2006, le siguió Entre dos Aguas (2007), el inicio de la serie protagonizada por la comisaria hispano-alemana Cornelia Weber-Tejedor y completada por Con anuncio (2009) y En caída libre (2011). En octubre de 2010 ve la luz La detective miope. En 2013 y 2014 se publican Don de Lenguas y El gran frío, respectivamente. La editorial Reino de Cornelia edita en marzo de este año Miss Fifty, con nuevas ilustraciones de María Espejo. Pensión Leonardo es su última novela.

domingo, 14 de junio de 2015

Reino de Cordelia, Menoscuarto, Ediciones del Viento

Tres editores independientes nos devuelven al paraíso perdido


De izquierda a derecha, Jose Ángel Zapatero (Menoscuarto Ediciones/Cálamo), Eduardo Riestra (Ediciones del Viento) y Jesús Egido (Rey Lear/ Reino de Cordelia) son tres editores independientes que han sabido sortear los caminos impuestos por la industria editorial y las tendencias. Han apostado fervientemente por el paraíso perdido que al fin y al cabo se convierte en la razón de ser de los libros. Se puede decir que se la juegan. Y lo hacen sin renunciar a la calidad, tanto en la recuperación de títulos con riesgo de caer en el olvido como en el afán de dar cabida a autores españoles contemporáneos. Tres visiones diferentes en la forma pero fuertemente unidas en lo esencial.


Un eclecticismo coherente
Jesús Egido (Rey Lear/Reino de Cordelia)

Del ideario negro manchego que exhala el concepto social de la novela presente en el Plinio de García Pavón al trabajo del ilustrador y guionista Miguel Ángel Martín, pasando por la obra de Oscar Wilde, Shakespeare, Chéjov, los cuentos rusos ilustrados, la mitología, Julio Camba o Azaña.

Una de sus apuestas más recientes son las Cartas de Arrabal, selección de las epístolas “más interesantes e influyentes del autor… Abre con la que le dirigió al general Franco en las postrimerías de la dictadura y que provocó la ira del Caudillo”.

Jesús Egido abraza a clásicos y contemporáneos con una visión muy ecléctica. Posee una vocación periodística que enriquece su percepción global de la cultura española y su agudo criterio social, cargado de sarcasmo. Al igual que sus colegas, cree en las sinergias y la solidaridad en el sector como vía para fortalecerse. “Este es un país que lee poco, que desprecia la cultura y el libro y además se presume de ello”. “El Ministerio de Cultura deja de dar ayudas y nadie dice nada. Los políticos no compran libros. Es llegar a la Moncloa y dejan de hacer vida social”, dice en un tono enérgico, reforzado por su expresiva gestualidad.

Aún así, y a pesar de la crisis, afirma que la gente sigue leyendo: “Pronosticaban que en cinco años las ventas descenderían un 40%. Es un bajón endémico pero se volverá a comprar. La tecnología no hace que la gente lea más”.

Egido, muy ligado al escritor y traductor Luis Alberto de Cuenca, trabaja ediciones nuevas y mejoradas, dotadas de personalidad propia, con algunas tipografías que recuerdan al rojo de los cuentos clásicos ingleses. Es evidente que invierte en lo que hace, en todos los sentidos. La novela, el ensayo, la poesía, lo fantástico, la literatura internacional y la española son algunas de sus propuestas. Además, mima especialmente a los ilustradores. Una trayectoria que ha sido galardonada por segunda vez con el Premio Nacional de Edición en 2010.


Dos de sus actuales proyectos más ambiciosos se han podido ver en la 74ª Feria del Libro de Madrid. Drácula (Bram Stoker), con ilustraciones de Fernando Vicente, fue motivo de la exposición central del evento y 2º Premio Nacional al Libro Mejor Editado. Otro de sus grandes éxitos ha sido La Saga de los Forsyte, de John Galsworthy, con traducción de Susana Carral.
En dos trilogías, Reino de Cordelia recupera las novelas sobre una familia burguesa en la Inglaterra victoriana. Fue la saga más vendida en siglo XIX; incluso la BBC emitió una serie documental basada en los libros. Egido resalta que en la saga “también hay presencia española, los protagonistas viajan a España y existe interés por los conflictos sociales”.


La potencia narrativa de lo inquietante
José Angel Zapatero (Menoscuarto Ediciones/Cálamo)

Apasionado del jazz (género musical que casi emula sus iniciales), José Ángel Zapatero comenzó su andadura editorial con la colección Reloj de Arena (2004), a la que se han adaptado con éxito  la narrativa breve, el cuento y el microrrelato, para luego ampliar el horizonte hacia la novela, el pequeño formato y el ensayo. Zapatero ha editado los cuentos completos de Miguel Delibes y Carmen Laforet, así como la narrativa breve de Lorca.

También en la colección Reloj de Arena, se han incluido historias truculentas como 29 cadáveres, de Pepe Cervera, el retrato psicológico de varios asesinos en serie. Citar además los Cuentos Republicanos de García Pavón. En la línea de novela Cuadrante Nueve, se ha dado especial importancia  a autores como George Orwell o Evelyn Waugh.

Su personalidad también la define su gusto por el relato histórico y los clásicos, con títulos como El fogonero de Franz Kafka (ilustrado por Toño Benavides), Cuartel General, la experiencia del general Miaja en la Guerra Civil desde la trinchera o uno de sus títulos más recientes, Memoria de Guerra.

Menoscuarto se caracteriza por lo estudiado de sus ediciones, la elección de fotos de autor para las portadas y la importancia que da a la divulgación y a los prólogos.


Literatura de viajes, romanticismo y grandes valores
Eduardo Riestra (Ediciones del Viento)

Su colección de literatura de viajes es la más emblemática de su trabajo como editor. Los Días de Birmania de George Orwell  supuso el símbolo del comienzo de su andadura. Posteriormente, editaba a Chateaubriand, Rimbaud, John Dos Passos, Kipling, Mark Twain, Jack London o Aldous Huxley. Se confiesa admirador del continente africano, por lo que en su criterio han estado muy presentes referentes como Livingstone o Cameron. Asimismo, ha recuperado El invitado de Drácula y Cuentos inéditos de Bram Stocker.

La colección Viento Abierto, que mira hacia la narrativa actual con una selección basada en la calidad literaria, ha acogido a grandes valores contemporáneos como Óscar Esquivias. Otra de sus líneas es la importancia concedida a la literatura del siglo XX, con la edición de autores españoles, ingleses, americanos y portugueses.

Riestra expresa una firme reivindicación por revalorizar el trabajo de los jóvenes autores españoles en un panorama en el que “sólo parece interesar lo de fuera”. “Me parece una mezcla de falta de autoestima, moda y frivolidad”, añade.

Un ejemplo actual de este afán por impulsar a los nuevos valores  ha sido la publicación de Por encima de mi cadáver, de Mario Cuesta Hernando. Este guionista de formación periodística -que ha trabajado para programas de televisión como Desafío Extremo o Paramount Comedy- dedicó en la 74ª Feria del Libro de Madrid ejemplares de su diario de viajes, un recorrido por Siria, Líbano y la Turquía kurda para reencontrarse con sus amigos en la Primavera Árabe.